sábado, 13 de marzo de 2010

Dejar la moto

Escribo este texto para explicar tranquilamente por que voy a dejar de montar en moto.

Si me conoces sabes que la moto es algo que forma parte de mí, y llevo usando mis dos ciclomotores, y mis cuatro motos a diario desde hace más de 13 años, con unos 200.000 Km recorridos… se dice pronto… 200 millones de metros en los que no había sufrido percances importantes, restando una caída por pinchazo que no nos trajo apenas consecuencias, y en los que me he repetido a mi mismo constantemente que a mi no me iba a pasar nada malo porque se lo que hago, porque respeto el miedo y porque se donde está el límite.

El pasado día 11 de Febrero 2010 esa ilusión desapareció, ya que bajo buenas condiciones meteorológicas, con el ánimo sosegado y utilizando mi CBR que tiene un embrague muy dulce, en la salida de una glorieta normal y corriente sin que segundas personas hicieran nada, he derrapado y me he caído irremediablemente. Esto me ha demostrado, a la fuerza, que montar en moto y caerse son dos cosas inseparables, y que auque tomes todas las medidas de precaución de mundo (de lo que yo no puedo presumir) el riesgo antes o después se transforma en realidad.

También he podido ver demasiado de cerca las consecuencias de un accidente de moto. En mi caso un accidente a una velocidad mínima (< 50 Km/h) sin haberme chocado ni golpeado con nada, en el que la moto fue por su lado y yo por el mío, vestido con ropa y protecciones adecuadas y que fui atendido inmediatamente por los conductores que fueron testigos del accidente. He vivido lo que es que un desconocido te tape con su abrigo mientras te pide que no te muevas del suelo, he visto lo que es que te monten en una ambulancia y te despidas torpemente de quienes te han ayudado tanto cuando más lo necesitabas sin obtener nada a cambio, he tenido miedo de perder la vida cuando me quitaron el casco, me he sentido solo y desamparado en un hospital en el que fui bien atendido, en el que el tiempo no transcurría con tanto dolor y dudas sobre el alcance de mis heridas, he temido el momento de contar lo que me había pasado a mi mujer, a mis hijos, al resto de mi familia y a mis seres queridos.

Su resultado, para mi, dos semanas durmiendo sentado sin poder tumbarme, un hombro luxado que seguramente nunca será el mismo, mes y medio sin poder toser del dolor de costillas, un mes cojeando, tener que ver mi moto limada por el asfalto, contribuir a la mala fama de las motos, eso que tanto me ha molestado desde siempre.

Todo esto no es nada comparado con lo que ha sido para los demás. El susto inicial por el que tuvo que pasar mi mujer, mis padres, hermanas y amigos cuando se enteraron. No poder coger en brazos a mis hijos durante semanas, ni atenderles, ni achucharles. Ver impotente como mi mujer se tiene que encargar de todas mis obligaciones, sin poder ayudarla, y encima tener que cuidar de mí. Ver preocupados a mis padres y hermanas, ninguno de los cuales se ha permitido decirme el más mínimo comentario negativo relacionado con las motos, a pesar de que estoy seguro que por dentro las han maldecido. Y todo esto teniendo en cuenta que mis lesiones son muy leves y recuperables. ¿Qué habría pasado si el accidente es más grave? Teniendo en cuanta que ha quedado demostrado que estadísticamente voy a tener más accidentes ¿Será más grave el próximo? ¿Quedaré impedido para siempre? ¿Sobreviviré?
No puedo dejar de ser motorista, porque es algo subconsciente que forma, irremediable y arraigadamente, parte de mi, pero si puedo dejar de montar en moto, no saciando mi hambre de adrenalina, no respirando mi felicidad al montar, no desfogando esas ganas de acelerar. Me siento engañado por mi mismo al haber caído en esta posesión sin haber aceptado sus consecuencias reales. Aun así no me arrepiento, lo volvería a hacer, porque me ha dado mucho. Muchos recuerdos que nadie me puede quitar… el viaje a Bilbao, las bajadas a Jerez, las rutas por la sierra. Puedo decir orgulloso que he conducido bajo todas las condiciones meteorológicas, por todos los terrenos, a todas las velocidades, con una constancia y tesón que solo el amor por la moto puede permitir.

En un lado de la balanza está la moto y en el otro está todo lo demás. Se ha confirmado que tengo que elegir, porque no puedo seguir negando el riesgo real que significa montar en moto. La elección está clara.

Aprovecho para pedir perdón y dar las gracias, a todos vosotros que os habéis preocupado alguna vez por mi al montar en moto. No puedo dejar de pedirte perdón a ti, Antonio, que has crecido en el mundo de las motos junto a mi, y que tan unidos hemos estado en esto. Y sobre todo a ti, Irene, que me has apoyado incondicionalmente sin poner ni una sola pega durante tantos años, por tantos gastos, tantos caprichos, tantas preocupaciones, tantas veces que te habrás mordido la lengua sabiendo que ponía en juego tu felicidad y la de nuestros hijos. Nunca más.

2 comentarios:

  1. Fumo desde hace ya algunos años, y sé que con ello pongo en alto riesgo mi vida y la felicidad de mis seres queridos, pero hasta hoy he sido una cobarde que no se ha atrevido a dejarlo. Quizá mañana tenga un accidente con el coche y muera, pero nadie me ha pedido que deje de conducir en coche. Estoy tranquila cuando no conduces la moto porque sé que no morirás así, sin embargo nadie me asegura que no te pase nada de otra manera. Y por ello no nos quedamos encerrados en casa, todos los días alguien muere, le atropellan, accidentes de trenes, asesinatos, robos con asesinatos... La vida es una auténtica mierda pues no me deja vivir con la seguridad de que tú seguirás vivo para siempre... Sólo puedo decirte una cosa, "La vida sin riesgo no es vida"

    ResponderEliminar
  2. Lo primero: gracias Irene. Gracias porque tus palabras no solo nacen y hablan del amor, sino que son amor en si mismas. Nadie me conoce tan profundamente como tu, y se que tus palabras representan la victoria del amor sobre la razón.

    Aún así no puedo sino mantener mi postura [ya sabes que soy un pokito cabezón] porque soy responsable de mi vida y la pongo en juego cada momento, pero lo que no puedo permitirme es poner en juego la tuya, al menos no tan claramente.

    Cierto es que la vida es una mierda, pero no se trata de pensarlo más de lo necesario, hay que estar lo suficientemente loco como para darnos cuenta que es la mierda que hay. No ponemos las normas ni las podemos quitar, solo estamos obligados a cumplirlas... así que hagamoslo, hagamoslo juntos y exprimiendo cada momento.

    Te quiero. 3.

    ResponderEliminar