miércoles, 14 de julio de 2010

El tiempo no fluye.

Véase que el tiempo no transcurre, es solo una percepción nuestra para completar la realidad que construye nuestra mente.

Nuestro ahora pasa una sola vez para nosotros, pero no desaparece, se emite como una onda expansiva esférica a la velocidad de la luz, que cruza el espacio indefinidamente.

Paco y Juan son dos amigos. A Juan le gusta viajar mucho, así que coge el primer transbordador espacial y se va a pasar una temporada a las estrellas más cercanas al sol, Alfa Centauri, a unos 37 billones de kilómetros, poco más de 4 años viajando a la velocidad de la luz. Pasados unos años, Paco una mañana se acuerda de Juan, y decide mandarle un mensaje, así que le envía una carta codificada en señales de luz. Su mensaje se emite en lo que para Paco es el presente, pero tardará aún 4 años en llegar a Juan. Dos años más tarde, Paco sufre un desgraciado accidente y muere. La triste noticia es notificada a Juan siguiendo el mismo método. Juan, ajeno a lo acontecido en el presente de Paco vive su propio presente, en el que Paco está perfectamente. Dos años más tarde Juan recibe la carta de saludo de su querido amigo. Se pone muy contento y le contesta rápidamente. En el presente de Juan su amigo aún está vivo. No hay forma más rápida de comunicar lo que pasó en el presente de Paco que a través de la luz. Para Juan su amigo estará vivo aún dos años más, y no es que no se esté enterando de la realidad, es que está viviendo la suya, según su posición en el espacio-tiempo. Si tuvieran un tercer amigo a 10.000 años luz, este tardaría ese tiempo en recibir las noticias, y por lo tanto nuestro presente está desincronizado 10.000 años con el de él.

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