miércoles, 4 de agosto de 2010

Tímido Nuclus

Nuestro cerebro se encarga de controlar multitud de tareas muy complejas que se realizan sin intervención consciente, es decir, subconscientemente.

Personificaré a nuestro subconsciente llamándole Nuclus [como suelo hacer] y Presi será nuestro consciente.

El señor Nuclus tiene datos precisos y actualizados en tiempo real sobre la presión osmótica celular, la tensión y viscosidad sanguínea, el nivel de hidratación de todos los tejidos, el rendimiento de la función renal, las necesidades glandulares y una estimación de la necesidad de agua a corto plazo... con todos estos datos, el solo, realiza un informe a cada instante, obteniendo un dato llamado sed.

A él no le gusta molestar, así que en vez de reunirse con Presi, ponerle las cosas claras, y decirle a la cara que tiene que encargarse de que tomemos agua o algún líquido hidratante por este o este otro motivo se dedica a susurrarle al oído un sentimiento. Presi tiene un umbral de atención que le provoca sordera, según lo ocupado que este con otras cuestiones para él más importantes, y si Nuclus no grita lo suficientemente alto como para superar ese nivel Presi ni siquiera le escuchará.

Estos sentimientos son el lenguaje que utiliza Nuclus para hacer saber a Presi que quiere. Que distintos seríamos si esta comunicación fuera más precisa. Como mejoraríamos si Presi tuviera la capacidad de prestarle más atención a Nuclus y que este pudiera explicarse bien, y presentarle datos más elaborados, en vez de tener que ser tan sutil. Que importante sería que estuvieran más cerca y supieran más el uno del otro. Cuanta información vital se le niega a Presi para que él se encargue de otros asuntos del mundo exterior, cuando en el mundo interior hay tanto que ver.

Deberían ser uno, deberían trabajar tan juntos que no se diferenciaran tan claramente, y que no fuera necesario un lenguaje de alto nivel como los sentimientos porque se trabajara con los datos directos.

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