miércoles, 22 de septiembre de 2010

El origen de la vida

¿Cómo comenzó la vida en nuestro planeta? ¿Qué es estar vivo? ¿Por qué no se comen las piedras?

La teoría científica más aceptada sobre el origen de la vida habla de una primera célula, nuestro abuelo, y a partir de ahí un largo proceso de evolución hasta llegar a la biodiversidad observable hoy en día.

La evolución es un hecho. No creo necesaria más explicación al respecto, ya que quienes quieren seguir pensando que es una teoría no demostrada no lo hacen por motivos científicos. Lo que si merece nuestra atención es el origen de esa primera célula.

¿Os imagináis que uno de los robots que enviamos a Marte encontrara, en medio de uno de sus grandes desiertos de piedra y roca, un perfecto y preciso reloj de oro con incrustaciones de diamante, alimentado por energía solar, con un mecanismo de ruedas dentadas sincronizadas como por arte de magia cuyo resultado es el marcaje perfecto de la hora? Pues eso no es nada comparado con lo que pasó aquí, en la tierra. Nuestro abuelo célula no solo era tan bello y preciso como el reloj marciano, sino que encima podía hacer réplicas de sí mismo. Réplicas que algunas veces tenían pequeñas variaciones aleatorias, que en caso de suponer una ventaja para sobrevivir se perpetuaban en las siguientes generaciones.

Cualquiera, volviendo a Marte, podría especular sobre el origen de este tan misterioso reloj: A todas luces existe un despistado, aunque muy buen relojero que lo ha diseñado consciente e inteligentemente. De igual forma, aquí en la tierra, muchas personas tienen una explicación semejante con respecto al origen del abuelo célula: Dios la hizo, diseñándola con total precisión y demostrando su existencia e inteligencia.

Se podría pensar también que fue casualidad. En una charca poco profunda, se combinaron elementos químicos y la acción de un rayo provocó, a lo Frankenstein nuestro comienzo. Pensar esto, es como pensar que las ruedas del reloj de Marte andaban cada una por ahí, desperdigadas, y que una suave brisa marciana, por casualidad, encajo cada una de ellas con total precisión sobre las demás hasta que comenzó a latir su segundero.

No es esta casualidad la que yo veo en nuestro origen, sino la más aséptica de las causalidades.

Antes de dar más detalles debemos aclarar que es la vida. La vida es una condensada concentración de información, con origen en las propiedades químicas que tienen su origen en las leyes físicas. No quisiera profundizar en el origen de las cualidades de los elementos químicos en función de las leyes de la física, pero quedémonos con que dichos elementos tienen unos comportamientos muy bien definidos en función de la personalidad que les otorgan sus componentes, que interactúan siguiendo leyes. Tampoco vamos a dar detalles sobre estas, solo mencionarlas para que tengamos claro que subyacen por debajo del tema que tratamos.

Uno de estos elementos, el carbono, tiene la propiedad bastante exótica, aunque no exclusiva, de gustarle mucho juntarse entre sus congéneres, formando grandes estructuras en las que puede integrar a otros elementos químicos. Estas gigantescas estructuras macromoleculares adquieren, a su vez, funcionalidades propias, siendo capaces de realizar pequeñas acciones, algunas de ellas tienen un sentido práctico dentro del contexto del funcionamiento interno de una célula. Aquí en la corteza terrestre abunda el carbono, así que, por reacciones químicas [o aplicación de las leyes físicas sobre la materia] favorecidas por encontrarse la tierra en unos rangos de temperatura en el que el agua se encuentra en estado líquido [siendo el agua el disolvente universal] se formaron multitud de exóticos nanorobots. Ya tenemos las pequeñas ruedas de nuestro reloj marciano esparcidas sin sentido por el rocoso desierto terrícola.

Uno de estos nanorobots preorgánicos destacó sobre los demás, por su capacidad para almacenar información, de forma segura, legible, corregible y acumulable nanorobóticamente hablando. El ADN. Una larga doble cadena formada por solo 4 "palabras". En un principio era corta, y solo contenía información aleatoria, pero llamó la atención de todo un ejército de otros nanorobots cuyas funcionalidades de alto nivel interactuaban fácilmente con él, asociándose. La información contenida en el propio ADN, y la información en forma de funcionalidades químicas de su séquito enzimático interactuaron durante mucho tiempo, hasta que el propio ADN contuvo la información para la creación de estos. Este hecho, junto con el gran salto cualitativo de la capacidad para duplicarse de este ADN, surgida como una funcionalidad más, dio como resultado la primera precélula. Nuestro entrañable abuelo. La chispa de la vida estaba en marcha.

Tan solo esa simple capacidad, la de duplicación, puso en marcha la imparable carrera evolutiva, y no precisamente gracias a la perfección de esta, sino a las imperfecciones, los cambios en la información [mutaciones]. El ADN aprendió pronto que cambiar es la única forma de mejorar. Estos cambios aleatorios, cuando suponían una ventaja para sobrevivir [en un principio pensemos en sobrevivir dentro del contexto de esta pobre precélula] mejoraban el diseño del conjunto nanorobótico, dando como resultado nuevas tecnologías que ya podemos considerar biológicas, hasta alcanzar el estatus de célula cuando se diseñó una membrana simple que separaba el interior del resto. Los procesos como la nutrición, excreción, multiplicación, etc. ya estaban en marcha. Las innumerables piezas de nuestro reloj marciano ya se han juntado para formar un extraordinario, bello y preciso reloj.

Por cierto, ¿Por qué no se comen las piedras? Porque nutrirnos es obtener el soporte físico y la capacidad entrópica en la que representar nuestra información, que somos nosotros mismos, y [nosotros] no podemos hacerlo en las piedras [las plantas sí]

Muchas veces, la respuesta fácil no es la que más se acerca a la utópica verdad, porque cuando la realidad es compleja, su comprensión y explicación también lo es.

http://www.ivoox.com/capitulo-2-el-origen-vida-audios-mp3_rf_3864846_1.html

5 comentarios:

  1. Muy buena explicación Rubén. Sólo te ha faltado decir que esa primera cadena de ADN no fue la única que surgió de esta forma aleatoria, sino que, por su capacidad de replicarse, eclipsó a todas las demás.

    Otra cosa interesante es que algunas conocemos el origen de las membranas celulares. Algunas moléculas son anfipáticas, es decir, por una parte son hidrofílicas y por otra hidrofóbicas. Como las pompas de jabón. Y una de estas "pompas" encerrase una de las primitivas cadenas de ADN, pues no encontramos con la primera célula.

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  2. Madre mía, se nota que es muy temprano y he escrito a lo indio JAU!

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  3. Interesantes comentarios Pablo... gracias por ellos , - )

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  4. El primer ser vivo no fue una célula, imposible hacer una célula al azar sino una molécula de arn. Que además tiene una sola cadena y es capaz de copiarse y de contener información:
    Se ha producido al azar y logar que evolucione en laboratorio: Eric H. Eckland, Jack W. Szostak and David P. Bartel, "Structurally Complex and Highly Active RNA Ligases Derived from Random RNA Sequences," p 364-370 v 269, Science, 21 July 1995)
    La multiplicación de los ácidos nucleídos como el adn no es una función más, sino su característica principal.
    saludos LUIS ARBAIZA

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  5. Luis, muchas gracias por tu comentario, un autentico lujo y un honor tu acertada aportación.

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