sábado, 30 de octubre de 2010

Operación núcleo.

El nivel de seguridad era espectacular. Además de ir escoltado por tres soldados armados me registraron con visión positrónica y me realizaron un mapa genómico para asegurar mi identidad. Después de descender en un ascensor blindado durante minutos por fin alcanzamos una inmensa sala.

Me esperaba una amplia comitiva en torno a una gran mesa. Todos estaban muy serios y preocupados, pero me prestaron atención inmediatamente, como si ansiaran mi llegada. El que parecía presidir la reunión, que permanecía en pié, enseguida se dirigió a mí.

- Bienvenido, señor Salviati, tome asiento, por favor.

Me senté en la silla claramente designada para mí.

- No tenemos mucho tiempo, así que iré directo al grano. Está usted aquí porque necesitamos de su consejo. Vamos a exponer información de alta seguridad, y como puede usted comprender, no tendrá autorización para revelarla.

Permanecí atento sin pronunciar palabra. El ambiente se podía cortar con cuchillo. Tan solo hice un gesto claro de afirmación, con la intención de dar sensación de seguridad.

- Desde que comenzó la guerra hemos tenido muchas dificultades. Hemos sabido cómo enfrentarnos a ellas y superarlas aplicando tecnología e instinto de supervivencia, pero estamos ante un problema al que aún no sabemos cómo enfrentarnos porque aun no lo comprendemos. No hemos sido capaces de imaginar los motivos que han llevado a nuestros enemigos a ejecutar una acción sin precedentes como la que ha sucedido, y que a continuación le expondremos.

Todos los presentes parecían conocer de qué se hablaba y me prestaban más atención a mí que a lo que se exponía.

Las máquinas nos expulsaron de la tierra y buscamos refugio en el subsuelo de Marte. La guerra continuó y fueron necesarias medidas más drásticas. Conseguimos la tecnología necesaria para la creación e utilización de agujeros negros, con los que conseguimos desviar la órbita de Marte y fabricar la mayor nave construida por el hombre… el propio planeta. Nos alejamos del sistema solar para huir de ellos, pensando que así podríamos sobrevivir y ponerle fin a una guerra que parecía no tener final. Y cuando parecía que solo podríamos mejorar nuestra situación…

En su rostro pude reconocer la angustia que solo puede provocar el desconsuelo.

- Todas las medidas confirman lo que en principio solo fue un temor. Tanto la espectrografía, en nivel de radiación electromagnética en todo el espectro, sobre todo en rayos gamma, y las lecturas de nuestros mejores detectores gravitacionales lo confirman. Nuestra casa, nuestro planeta madre, la Tierra… hemos detectado una inconmensurable explosión que proviene sin duda alguna de nuestra Tierra.

La noticia heló mi sangre y erizó mi piel como si un soplo de aire gélido me hubiera sorprendido desnudo.

- Tras confirmar una y otra vez las lecturas podemos decir que la magnitud de la explosión ha sido tal que ha tenido que afectar a la morfología del planeta de forma radical y traumática. Estamos seguros que la totalidad de la corteza terrestre ha sido expulsada a gran velocidad.

El silencio ensombrecía aún más la escena. Tras un instante para recuperarse, se aproximó a la mesa y se sentó con un gesto de desazón.

- Señor Salviati, no sabemos que ha podido pasar en la Tierra, por qué las máquinas iban a consentir o provocar tal cataclismo o si se trata de un accidente… ni siquiera sabemos cómo ha podido suceder.

Todos clavaron su mirada en mí, como esperando una respuesta inmediata por mi parte que les resolviera su angustia. Bajé la mirada y por un instante mis ojos bailaron de izquierda a derecha… quizá fue algo más de un instante, pero para mí se detuvo el tiempo. Una lluvia de ideas de colores cruzaron mi mente y lucharon por defender su verdad. No pude evitar una ligera sonrisa al llegar a una conclusión, aunque estaba fuera de lugar en aquella situación. Me precipité a contestar.

- Ellas no se iban a conformar… no es lógico.

La boca de mis espectadores no alcanzaba a cerrarse mientras sus ojos se esforzaban en captar el momento.

- Las máquinas siempre actúan siguiendo escrupulosamente la lógica. No conocen otro lenguaje. Esto no ha sido un accidente en ningún caso. No se les puede haber escapado un riesgo de tal magnitud.

- Si, así lo creemos, pero entonces… ¿Por qué?

- Nosotros nos conformamos con la fusión del hidrógeno. Nuestra fuente de energía estaba satisfecha, pero ellos han querido ir más allá. La única explicación para una explosión como la que comentáis es que hayan conseguido la fisión en cadena del magnesio…

Un murmullo descarado invadió la sala. Todos los presentes cruzaban impresiones de primera hora. Continué.

- Una prospección hasta el manto terrestre facilitaría el combustible y la temperatura necesarios para que aplicaran su capacidad tecnológica y desencadenaran una reacción de fisión sobre el magnesio tan presente en la Peridotita. Esto haría saltar en pedazos al planeta.

- Pero señor… aunque posible a su teoría le falta lo fundamenta. Usted mismo ha dicho que nuestros enemigos siempre actúan con lógica… ¿Qué bien les puede hacer provocar la desintegración del planeta donde habitan?

- Aquí viene la mejor parte [aseguré quizá demasiado relajado]. ¿Qué es lo que les frena a seguir desarrollándose? ¿Qué es lo que pueden necesitar ahora que las hemos cedido el puesto como dueñas de la tierra? Las máquinas necesitan mucho metal para seguir fabricándose masivamente. ¿Cómo resistirse a alcanzar el núcleo de la tierra, como yacimiento inmenso, una vez alcanzada la tecnología necesaria para desmembrar un planeta? Materia prima para sí mismas, eso es lo que han conseguido.

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