viernes, 28 de enero de 2011

Existir

Todos los seres humanos compartimos muchas cosas, pero una de ellas nos pasa muy desapercibida. Todos tenemos la sensación de existir.

Un aviso antes de empezar. Voy a tratar este tema con extrema crudeza, buscando acercarme a la utopía de la verdad. A todos nos puede resultar molesta y ofensiva mi opinión aquí expuesta, pero mi objetivo es el mismo de siempre... pensar y hacer pensar.

Todos tenemos, constantemente, la sensación de ser, de existir, de ocupar un espacio en el mundo. Pocas veces nos planteamos donde estábamos antes de nacer, que era de nosotros cuando construían las pirámides de Egipto o caía en imperio Romano. Alguna más pensamos en que será de nosotros cuando muramos, llegando siempre a darnos contra la misma pared, pongamos o no el colchón de la religión para amortiguar el golpe.

No cuadra. No hay explicación. Nuestro concepto de existencia, de ser, tal como lo sentimos para nosotros mismos, no es compatible con el resto del espectro espacio-temporal. Está tan particularizado y contextualizado que es ridículo que nos lo creamos.

¿Por qué nos lo creemos? ¿Por qué lo tenemos todos los humanos?... mi explicación típica.... la ley de leyes, la evolución de Darwin, que contestó todas las preguntas. Somos el resultado de la ingeniería evolutiva, que con el objetivo marcado de hacernos mejores para sobrevivir, alcanzó la tecnología que nos define física y mentalmente. Cuanta mejor percepción de nuestro entorno, mayor posibilidades de detectar peligros y evitarlos. ¿Qué mejor manera de percibir el mundo que creyendo que existimos, que pertenecemos a él, que tenemos un estatus cualitativo presencial en el mismo?

Pero es solo eso, un paso más en la mejora de las especies. Nuestro egocentrismo sobrepasa lo lógico, al caer en la parcialidad de creer en nuestra propia existencia.

No somos. Únicamente hay un complicado y muy complejo algoritmo de percepciones y respuestas antes las mismas que se pone en marcha sobre el 4-5 mes de gestación, impulsado y generado por la información que nos precede y que nos es delegada, nuestro ADN, testigo escrito con toda la carga tecnológica evolutiva. La flexibilidad que mostramos, nuestra plasticidad mental, nos permite creernos vivos dentro del mundo en el que nacemos, que ha sido muy distinto desde el instante temporal en el que empezó nuestra especie.

Antes de nacer, no estábamos ni éramos. Después de morir dejamos de ser y de existir. La única razón que es lógica dentro de estas dos verdades es que durante nuestras vidas tampoco somos.

Nuestro concepto de ser está magnificado por nuestra necesidad genética y Darwiniana de luchar por nuestra supervivencia, en un intento de mejorar la percepción del mundo en el que tenemos que sobrevivir.

Existir, es un invento del hombre.

Esto no debe interpretarse como el fin de nuestra motivación para vivir. Al contrario. Debemos aceptar la que para mí es una realidad, y, una vez comprendida, saborearla más intensamente. El entender algo lo enriquece, le da brillo. Te permite enfocarlo desde más ángulos y por lo tanto ser más fuerte y más capaz.

2 comentarios:

  1. Voy a llevarte un poco la contraria por aquello de generar debate ;)

    Algunas especies de arañas e insectos practican la matrifagia, que significa que las crías toman como primer alimento el cuerpo de su madre muerta.
    Las arañas no saben que existen, no se reconocen como algo aislado y diferente del mundo, no se reconocerían en un espejo. Sienten el instinto del sexo y mueren por el futuro de la especie, es una técnica evolutiva más.
    Pero, ¿qué pasaría si esas arañas se volvieran inteligentes y supieran que al quedarse embarazadas morirían inevitablemente? Probablemente desarrollarían medios anticonceptivos para disfrutar del sexo pero jamás querrían quedarse embarazadas. Sería el fin de la especie.
    Podemos pensarlo con los seres humanos. Si las madres tuvieran varios bebés a la vez y murieran ineludiblemente al nacer para alimentar a su prole, ¿cuántas querrían tener hijos? Si es ahora y muchas ya no quieren, imaginaros en ese caso... Sería el fin de la especie humana.

    La idea de existir, la conciencia de ser algo diferente al resto, no es necesariamente positiva para la evolución. En el caso de esas especies de arañas sería letal.
    En mi opinión, la idea de la existencia es un subproducto de la inteligencia. La inteligencia sí fue una ventaja evolutiva en seres como nosotros con las manos libres que podían idear todo tipo de herramientas o armas.
    Y fruto de esa inteligencia apareció la conciencia de nosotros mismos, la idea del yo. Pero lejos de ser una ventaja la conciencia de ser es un inconveniente. No hace mucho tiempo la gente sólo pensaba en el sexo y no en la posterior planificación familiar. Si no fuera por la inmigración, la población española estaría decreciendo. Si, ojalá, llega el día en que el mundo entero se "desarrolle", la población mundial empezará a menguar extendiéndose el caso español, porque existimos, porque pensamos en nosotros mismos como algo independiente del mundo y queremos planificar nuestra vida.
    Así que la idea de ser o existir no es evolutivamente positiva, es un subproducto del aumento de la inteligencia que sí se ha visto favorecido por la selección natural.

    Muy probablemente no éramos nada antes de nacer, y puede que tampoco seamos nada tras nuestro paso por esta vida (o sí), pero yo creo que ahora sí somos, sí existimos, quizás no tan libremente como nos gustaría pero algo de libertad nos queda para llevar nuestra corta existencia por el camino que decidamos.

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  2. Bien. Entonces la ley de leyes nos tiene el mismo final preparado que para tantas y tantas especies con las que probó y erró. Así funciona, implacable, limpia, pura y constantemente. Si no somos la mejor respuesta, desapareceremos, sucumbiremos a nuestra naturaleza no adecuada. ¿O quizá entonces, cuando le veamos las orejas al lobo, usaremos nuestra peculiaridad para salvarnos?

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