martes, 6 de mayo de 2014

Gran hermana

A menudo soy consciente de la omnipresente y real presencia del gran hermano empapando todos nuestros actos.

Recuerdo, hace años, me molestaba comprobar cómo nos controla, cómo nos dirige para que hagamos exactamente lo que su voluntad nos ordena, como vigila cada uno de nuestros movimientos (gran hermano te vigila) y sabe absolutamente todo de nosotros. Vivimos exactamente como en 1984.

Después llegó el día en que comprendí que si no fuera por el poder que ejerce sobre nosotros, por el adiestramiento y atontamiento al que estamos sometidos no serían posibles nuestras sociedades, y acabaríamos los unos con los otros al descubrir tanta imperfección entre la que vivimos y tantos defectos sistémicos que nos hacen faltarnos a nosotros mismos y a los demás. No fue aceptación, sino reconocimiento de su función como pieza clave del puzle humano.

Hoy he pensado algo más, fruto quizá de esa falta de aceptación que nunca ha desaparecido. Puede que sea verdad, que gran hermano permite que vivamos tal como lo hacemos, que su control sea anteojeras y a la vez lo que mantiene cerrada la caja de Pandora, pero también creo que sus acciones pueden dirigirnos en mejor dirección.

Vivimos de forma totalmente autodestructiva, arrasando nuestro medio ambiente y de paso el de la mayoría de formas de vida. Vivimos egoístamente, peleando por lo mío sin conciencia de grupo, manteniendo la bota en el cuello del tercer mundo para prolongar su miseria creyendo que es la única manera de que exista nuestro primer mundo. Gran hermano nos lleva a un callejón sin salida.

¿Y su tuviésemos una gran hermana? ¿Y si en vez de parecernos tanto a los chimpancés nos pareciésemos más a los bonobos? ¿Y si una gran hermana potenciara nuestro altruismo, compasión, empatía, amabilidad, paciencia y sensibilidad?

Puede parecer un comentario feminista, pero los chimpancés son dirigidos por sus machos más fuertes y sus sociedades son violentas, inseguras para sus miembros, discriminatorias. Sin embargo, los bonobos, primates tremendamente parecidos, son dirigidos por sus hembras más sabias, y el resultado son sociedades donde sus miembros son muy felices, los problemas se resuelven por el amor y no por la guerra. La compasión determina sus actos y se comportan como un verdadero grupo de seres que quieren vivir unos con otros.

Una vez más tenemos mucho que aprender de lo ya inventado... quizá solo es cuestión de que sepamos mirar a tiempo.

¿Hasta dónde llegaríamos gobernados por una gran hermana?

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