domingo, 15 de noviembre de 2009

Derechos de los menores

Salviati:

Hace cien años, en nuestro primer mundo, las mujeres carecían de multitud de derechos. Eran consideradas individuos de segunda clase, sin derecho a votar, a realizar gestiones, a trabajar ni a gozar de muchas libertades. Maltratadas socialmente, todo el mundo sentía normal estas discriminaciones, incluidas las propias discriminadas. Estas injusticias que ahora vemos tan claras estaban arraigadas profundamente en la mente de todos de tal forma que pasaban desapercibidas. Solo luchando implacablemente durante 100 años, las mujeres han logrado recuperar, en gran parte, la lógica justicia en su papel en nuestras sociedades. Se dice que el siglo XX ha sido el siglo de la mujer, pues creo que el XXI debería ser el siglo de los niños.

Estamos viviendo exactamente la misma situación con otro gran sector de nuestra población: la de los niños. Ellos son maltratados sistemáticamente en multitud de ocasiones y en nuestras sociedades está muy bien visto. Sufren a diario humillaciones, incomprensión y maltrato psicológico y físico sin que a nadie le resulte nada fuera de lo normal. ¿Os parece que exagero?....

A partir de ahora hablaré de niños refiriéndome a personas con edades entre los 0 y los 18 años.

1.- Educación. A los niños hay que educarles. Cuando nacemos carecemos de formación alguna con respecto a como comportarnos en la sociedad a la que venimos, de tal forma que es tarea fundamental para los padres y el entorno del niño enseñarle como comportarse. Para conseguirlo está justificado cualquier método con tal que funcione. Es fundamental que el niño se comporte como un adulto en cuanto a no decir palabrotas, estarse quieto en entornos serios, no llorar por cualquier tontería y comportarse con los demás niños como lo hacemos entre nosotros. Cuando nos da la gana también están obligados a comportarse como niños, aunque ellos no quieran: Tienen que compartir sus cosas con extraños, están excluidos de participar en las decisiones, deben acatar lo que se les manda sin más explicaciones y sin rechistar, no merecen una aclaración con respeto a por que se hacen ciertas cosas o por que no se pueden hacer ciertas otras. Para lograr tales hazañas está permitido increpar al niño incluso físicamente, con llamadas de atención reiteradas y si es necesario el remedio definitivo, un buen azote, si se consigue el objetivo buscado, aunque este sea parte de un maltrato que vemos normal, todo está justificado.

Creo que deberíamos cambiar frases como:

- No se puede educar a un niño sin un buen azote de vez en cuando
- Por que no vamos a tratarle así, si funciona y conseguimos lo que queremos
- Los niños lloran por cualquier tontería, no le hagas caso
- Niño haz lo que te digo y no preguntes por que

Por estas otras:

- La única forma de educar es dar ejemplo.
- Los niños no son adultos. No podemos ni debemos esperar que se comporten como tal.

- Los niños merecen que les expliquemos porque

- Los niños merecen especialmente que nos pongamos en su lugar e intentemos ver las cosas tal como ellos las ven, para poder entender mínimamente sus reacciones. Si lo hacemos vemos claramente como no lloran por tonterías, lo hacen muy a menudo porque muy a menudo se derrumba su pequeño mundo.

- Los niños merecen participar en todas las decisiones que sea posible, siempre dando margen para que se den cuenta de sus malas elecciones y siendo tajantes solo cuando su integridad corra peligro.

- Nunca, bajo ningún concepto ni circunstancia está justificado el maltrato físico en grado alguno a un niño. Ellos no pueden defenderse directamente, ni arroparse en la sociedad para que les proteja, porque está normalizado cierto grado de maltrato físico. ¿Quién marca el límite?, ¿Quién es el encargado de determinar cuando un azote es por su bien, cuando un cachete es para que aprenda o si estamos ante un abuso?, ¿Solo si deja marca? ¿Solo si es de vez en cuando? ¿Cuántas veces al mes es de vez en cuando? Solo cuando se pase de la raya… pero ¿Quién marca la raya? ¿Acaso los niños no entienden las cosas a menos que les peguemos? ¿A que edad termina este síndrome del desentendimiento a menos que me pegues? ¿A la que es el niño el que pasa a ser más fuerte que los padres? ¿A la que el niño está tan acostumbrado a los azotes, cachetes y tortazos que ya no tienen ningún efecto sobre él? ¿A que edad empieza? ¿Se cura de un día para otro? ¿Se puede pegar con amor? Si no es con amor.. ¿Se pega con rabia, frustración, enajenación? ¿Qué titular en los periódicos se publicaría si un hombre pegara a su mujer en público por su bien y para que aprenda? ¿Qué nos parecería que nuestro jefe nos diera cachetes cada vez que no está contento con nuestro comportamiento? ¿Qué injusto sería si ese policía tuviera derecho a darte un buen porrazo si te saltas la más mínima norma? ¿Qué diferencia hay entre la mujer, el empleado y el detenido con respecto al niño?... que ellos pueden defenderse en nuestra sociedad, los niños NO.

2.- Alimentación. Una de las responsabilidades principales de los padres es la correcta alimentación de sus hijos. Esta obligación, que empieza como instinto innato, puede derivar fácilmente en una obsesión en la que la principal victima vuelve a ser el niño. La ignorancia en relación a los ritmos de las ingestas de los más pequeños desembocan inevitablemente en la desesperación de los padres, y ésta, en la búsqueda de técnicas, cada cual más cruel, para que el niño trague todo lo que los padres consideren adecuado. A nadie se le ocurre que un lactante tiene que tomar más leche de la que toma. Es muy difícil calcular la cantidad de leche y normalmente cogen peso muy rápidamente, pero pasado algún tiempo, sobre el año de edad, su ritmo de crecimiento frena bruscamente. Si no fuera así en pocos años pesaríamos lo que un adulto. Este frenazo metabólico implica una menor necesidad de alimento, que choca directamente con las preferencias de sus padres. Ellos no entienden porque ha dejado de comer y se esfuerzan en remediarlo como sea. En esta lucha todo vale: chantaje, soborno, presión psicológica o física, que convierten las comidas en autenticas batallas campales en las que los grandes perdedores son los indefensos niños. Esta lucha es inútil ya que en la mayoría de los casos no se consigue que el menor coma más de lo que necesite. Si así fuera, engordaría patológicamente. La sensación de hambre es un elaborado sentimiento que produce el cerebro tras recopilar multitud de datos con respecto a las necesidades bioquímicas de todo el cuerpo: niveles glucémicos, respiración celular, necesidad de proteínas, reservas de lípidos, oligoelementos escasos. Quién va a saber mejor cuanto debe comer, ¿El hambre del niño o los padres? La única obligación real de los padres es legislar cualitativamente y no cuantitativamente las comidas, es decir, controlar que come el menor y que se pone a su alcance, siempre escuchándolo y comprendiéndolo.

3.- Atención. A menudo los niños se comportan justo al contrario de lo que nos gustaría. Hay casos en los que ésta curiosa forma de comportarse se vuelve costumbre y está presente a todas horas. ¿Qué es lo que mueve a los niños a hacer justo lo contrario de lo que deben? ¿Por qué si con tanta insistencia (y malas artes) se les indica el camino toman el contrario? Falta de atención, siempre es falta de atención. Los niños tiene el instinto de relacionarse muy intensamente con los padres, no solo por sobrevivir, sino para aprender a desenvolverse en el mundo al que nacen. Si ellos no sienten que esta necesidad esté cubierta su inteligencia no parará hasta encontrar el método para poder satisfacerla. Curiosamente, de manera infalible consiguen la atención de sus padres siguiendo sus indicaciones, pero no respetándolas, sino infringiéndolas. Como conseguir evitar el calvario que supone para padres e hijos esta situación: Prestándoles atención, toda la que podamos, y entendiendo que seguramente no es suficiente, y que ellos van a hacer lo posible por conseguir más. Debemos comprender sus intentos de conseguirla y controlar la situación para no caer en el error de fomentar estos comportamientos.


Todo lo tratado en este escrito es teoría. Es imposible llevarla al 100% a la práctica. Momentos de falta de paciencia, tiempo y delicadeza llevan a su incumplimiento y hay que comprender que somos personas. La imperfección se presupone. Cuanto más respetemos y tengamos presentes estas cuestiones mejores personas seremos y mejor estaremos tratando a quien más lo necesita. Mejor, también, será la herencia que dejaremos impresa en nuestra descendencia. Solo lo mencionado sobre el maltrato físico se ha de considerar ley inquebrantable.

2 comentarios:

  1. Aprovecho que el pisuerga pasa por valladolide -escribo en minusculas porque tengo un pequeñin en mi rodilla- para estar deacuerdo en este post, muy deacuerdo... y tengo 3.

    Mi maxima es que son personas. Eso tan simple resume todo. Los trato como tales, cosa que casi nadie hace... que si son crios y no saben, que si dicen tonterias, que si haz esto porque sí... así yo no trato a las personas. A ninguna (toma ya, una mayuscula).

    Pasate por el foto blog de mis hijos, lo llevo ya 7 años a modo de diario (la vieja escuela, made in with notepad), asi me conoceras muuucho mas: www.guille.tk

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  2. Veo que estas en el club de los que no nos aburrimos aunque queramos.... jajjajajajja

    He pasado por tu página (esos dominios .tk que buenos recuerdos me traen..) y veo que tienes un tesoro, un inmenso tesoro de los que no se encuentran, sino de los que se hacen. No en un gran esfuerzo de un momento... sino es grandes y grandes esfuerzos tooodos los días... Muy guapos los niños.

    Por cierto... gracias por dedicarme tanto de tu tiempo... multiplica la importancia de tus comentarios...

    Creo que tu resumen es perfecto. Son personas. Tanto escribir yo para que tu en una frase lo digas así de bien , - ) jajajjajaj

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