martes, 2 de marzo de 2021

Una roca espacial especial

Érase una vez una roca grande que yacía plácidamente en la superficie del planeta Marte hace millones de años


Un día algo rompió súbitamente su milenaria rutina: Una gran explosión ocurrió cerca de él, quizá un meteorito bastante grande impactara lo suficientemente lejos como para no destrozarla, pero lo suficientemente cerca como para lanzarla al espacio con tanta fuerza que consiguió romper con la gravedad de Marte y comenzar un viaje espacial. Este hecho de por sí para la vida de una tranquila roca ya es una casualidad y la oportunidad de convertirse en algo especial, pero la historia de nuestra amiga no ha hecho más que empezar.

De todas las direcciones en las que podía haber sido lanzada al espacio tomó una -de nuevo- muy muy especial. Su trayectoria por el espacio vacío, de otro buen montón de años, la llevaría inexorablemente a entrar en colisión con el planeta vecino, la Tierra. Recordemos que la distancia media entre ambos planetas es de 225 millones de kilómetros, por lo que esta segunda casualidad es tremendamente improbable, pero una vez más nuestra amiga roca fue agraciada.

Tras todo ese tiempo de tranquilidad espacial llegó el día de impactar contra la Tierra. La mayoría de las rocas que son atrapadas por la gravedad de nuestro planeta son desintegradas por el rozamiento con la atmósfera al alcanzar grandes velocidades en su camino descendente, y quedan en anecdóticos destellos de luz más o menos brillantes. Pero ya conocemos a nuestra querida roca, ella consiguió sobrevivir a la entrada y alcanzar la superficie con un buen estruendo.

Pasados los primeros instantes, la roca de nuevo se enfrentaba a la tranquila eternidad, y pasó largos años descansando inmóvil de nuevo. Un día, un científico o una persona lo suficientemente curiosa se fijó en ella. Tras ser examinada cuidadosamente los geólogos pudieron determinar su origen y descubrir la historia de su intensa existencia registrada en sí misma. Solo 200 veces se ha podido constatar que haya pasado este encaje de bolillos, por lo que su valor y fama se extendió entre las personas.

Bueno, pues parece que al final en vez de su anónimo aunque curioso destino le esperaba ser admirada por una persona detrás de otra en algún museo o similar. Pero ella es tan especial, tanto, que el remate de su historia es genial.

Un compendio internacional de científicos liderados por la NASA decide mandar una nueva misión para estudiar geológica y prebiológicamente el planeta Marte: Perseverance. Construyen un vehículo autónomo cargado con el que quizá es el laboratorio robótico más sofisticado jamás construido por el ser humano, que entre otros cuenta con SHERLOC, un instrumento que mediante laser buscará rastros de moléculas relacionadas con la biología, posibles rastros de vida Marciana. El problema es que este instrumento necesita ser calibrado antes de ejecutar sus experimentos para alcanzar la precisión en sus medidas que esta labor necesita. ¿Y cual es el mejor objeto para calibrar los laser de este instrumento? Precisamente una roca del propio planeta Marte sería ideal, al hacer una primera medición sobre él se puede saber si es necesario algún ajuste porque el valor que se debe obtener es conocido.

He aquí el fabuloso final de nuestra roca viajera: es cortada en dos pedazos, uno se utiliza para las pruebas de SHERLOC aquí en la tierra, y el otro se monta en su nave espacial propia como único tripulante y gracias a un impresionante resumen de la capacidad científica y tecnológica del ser humano es lanzada de nuevo al espacio:


Esta vez el viaje es mucho más corto, menos de seis meses de vuelta dirigida. Comparado con todo lo que lleva encima se le ha pasado "volando". Cuando llegó a Marte, y a pesar de hacerlo a una gran velocidad, por una vez el aterrizaje ha sido suave, suave, su su suave. Un paracaídas con mensaje y un ascensor con su cuerda incluida lo depositan sobre la superficie como una mariposa de 1000Kg.

Ha vuelto a casa, nuestra amiga roca se ha convertido en el primer objeto (que sepamos) que hace un viaje interplanetario de ida y vuelta entre dos planetas gracias a esta sucesión de improbables casualidades, y de paso ayudando a la ciencia. ¿No está mal para una simple roca, verdad?

[Historia inspirada por Jesús Martinez Frías, doctor en ciencias geológicas y experto en meteoritos y geología planetaria.]

https://www.jpl.nasa.gov/news/a-piece-of-mars-is-going-home