lunes, 15 de abril de 2024

El todo

Desde pequeños hay un mensaje que recibimos muy claro en fábulas y cuentos, y que cuando somos algo más mayores y tenemos más consciencia de nosotros mismos y de lo que somos confirmamos: La nada es mala.

Antes de nacer no somos nada, estamos en ella, somos ella. Y tras morir volvemos de forma inexorable a la eternidad de la ausencia, como dice la canción de Héroes del Silencio.

Cuando tenemos hambre y nada que comer no es buen asunto. Qué decir de la sed con nada de beber y demás necesidades corporales. Nadas muy poco deseables.

Cuando no tienes nada que hacer, malo, cuando no hay nada que solucione un problema, peor. Las nadas están por todas partes y nos acompañan con esa connotación casi siempre tan negativa a cuestas.

Preguntarle a Atheryu en su siempre interminable historia quien era el que estaba consumiendo Fantasía, esa insondable fuerza oscura que hacía desaparecer todo lo imaginado, contra quien había que luchar y con quien ni la emperatriz imperial podía ganar: La nada.

Suerte tienen los físicos, que andan buscando la nada en lo pequeño y lo grande y por más que se empeñan no dan con ella. No existe la nada en temperatura, el vacío no es tal cosa y el universo se autocontiene, tampoco hay nada más allá de él.

Si algo caracteriza los tiempos que corren (ya hablo cual persona legitimada por su edad) es la velocidad del cambio. Disponemos de tantos avances y nuevos artificios que cada muy poco tiempo nuestras dedicaciones son absolutamente diferentes a las que eran, aunque sus moralejas en nuestro interior no lo sean tanto, pues nosotros no cambiamos a esa velocidad, ni mucho menos ¿Habrá afectado tanto cambio a nuestra amiga la nada?

Más que afectarla yo diría que le ha salido un competidor: El todo.

El 80% de la población mundial tiene teléfono móvil, y el 67% acceso a internet. Todas estas personas tienen acceso directo, rápido y cómodo a todo el saber de la humanidad. Todo lo que se sabe está en internet. De tal forma que toda duda puede ser resuelta inmediatamente, todo conocimiento adquirido al instante y todo saber puede salir a la luz ¿verdad? Nada más lejos de la realidad.

El todo que forma esta ingente cantidad de información y la forma que tiene la propia información hace que todo se parezca cada vez más a la nada.

El primer factor para que esto pase podría ser cómo modela el interés a la información. Cualquier noticia, nuevo contenido, o creación que es publicada por internet es sometida al interés, y es este quien decide si será lo próximo en pasar por los ojos de todo el mundo o si será enterrado en las inmensas profundidades de lo que nunca más será leído. Si algo llama la atención fácilmente por ser gracioso, morboso, chismoso (por supuesto ha de ser sencillo y rápido de asimilar) se volverá viral, lo recomendarán las IAs que se encargan de catalogar qué vemos y se publicará y volverá a publicar una y otra vez hasta que pase a formar parte del saber popular de forma superflua y efímera. Sin embargo, cualquier cosa de verdad importante para las personas que sea complejo de comprender, extenso de explicar y exija pensar caerá por su propio peso hacia el fondo oscuro de lo que nadie más verá. El todo imitando a la nada.

El segundo factor para que esto pase podría ser la normalización. Rápido muere la sorpresa y la ilusión que debería ser tener toda esta información al alcance de la mano. Esto me hace pensar en tantos gigantes que nos precedieron, y que para llegar a los conocimientos sobre los que se levantaron para ofrecernos tanto invento y descubrimiento tuvieron que hacer un esfuerzo muy grande y superar una barrera que hoy día no existe. Ellos lucharon contra la nada, hoy día hay que hacerlo contra el todo.

Otro factor, quizá el más importante, es el tamaño del todo. Cada segundo en internet se genera más de 8 horas de vídeos en Youtube, millones de publicaciones en redes sociales, horas de nuevos contenidos audiovisuales en plataformas y canales de TV, nuevos juegos a los que se les podría dedicar vidas enteras, libros en los que habitar durante horas y días, etc. La información nueva, sin contar la existente, es inabarcable en muchos órdenes de magnitud. Esto obliga al todo a parecerse a la nada.

Si a esto le sumamos que la mentira está nivelada con la verdad, que la opinión del que sabe lucha contra la del ignorante en el mejor de los casos en igualdad de condiciones y que la dura realidad gusta menos que la subjetiva endulzada, tenemos un todo muy todo y muy poco todo a la vez.

Esto mismo que estás leyendo o escuchando ¿Crees que ha llegado a muchas personas? Está publicado en un blog de lo más modesto, y en un podcast de muy baja difusión. He de decirte que has tenido mucha puntería y al hacerlo te has perdido otros millones de cosas, algunas de ellas seguro más importantes e interesantes.

Todo lo que puedo decir se queda en nada, y esta rellena cada rincón del todo dejando solo una pequeña capa residual a la vista.

Por acabar con algo de esperanza sí me gustaría decir que, si bien la solución a esto no es sencilla ni inmediata, hay pequeños pasos en la dirección correcta. Hay iniciativas para ordenar y categorizar la información, subredes de internet en las que se cuida el origen, la calidad y la veracidad de la información. También es una costumbre, sobre todo de la gente más joven, el ir a buscar el contenido que consumir de forma voluntaria, y no pasiva dejando a otros que elijan lo que vemos.

Mientras no consigamos domar este todo tan poco todo tendremos solo un algo muy parecido a la nada, lo que me parece de lo más injusto e inadecuado.