viernes, 30 de abril de 2010

Abril

Empuja rugiente la vida bajo la tierra,
rompiendo exuberante las piedras y las rocas.

Derrocha verdor creciendo imparable
clorofila olorosa.

Explota generosa, en colores, en rosa,
inundando la vista, el verso y la prosa.

martes, 27 de abril de 2010

Paseando ¿tranquilamente?

Salviati recorría lentamente la avenida. Le gusta mucho hacerlo tranquilamente, sin pensar en nada, sin ir a ningún lado. Se conforma con respirar tranquilo y sentir el mordisco del sol sobre su espalda. Aquella pareja le llamó rápidamente la atención. Vestían de un modo peculiar, arreglados pero demasiado sobrios para ser domingo por la mañana. Intentó pasar desapercibido jugando a mirar hacia otro lado, como si de pronto tuviera algo que hacer, pero era demasiado tarde:

- Buenos días. Mi nombre es Simplicio. ¿Puedo preguntarte que es para ti la familia?

Forzó un gesto entre sonrisa y dolor de tripa para intentar disimular la repentina violencia de la situación, pero no le salió muy bien.

- Salviati: (Para que preguntará si puede preguntarme si ya me ha preguntado) Bueno… pues… algo muy importante.

- Simplicio: nos gustaría entregarte este folleto en que puedes descubrir que dios te ama.

- Salviati: (tierra trágame) Es que yo no… esto…

- Simplicio: Dios te muestra el camino.

- Salviati: (no puedoooo…) Mira, es que yo ya veo el camino.

- Simplicio: O... disculpa… solo queríamos acercarte la palabra de dios, en la que puedes encontrar la respuesta.

- Salviati: Yo prefiero buscar las preguntas y las respuestas en la ciencia.

- Simplicio: ¿No has leído la Biblia?

- Salviati: No

- Simplicio: Pues en ella está la verdad.

- Salviati: No creo que se pueda escribir la verdad. La ciencia y su hijo el conocimiento es lo único que puede acercarnos a ella.

La señora que acompañaba a Simplicio, y que aún no había pronunciado palabra empezó a torcer el rostro.

- Simplicio: Pero sin dios no hay amor, y sin el amor de dios los hombres estaríamos perdidos y nos mataríamos unos a otros. Gracias a dios somos todos hermanos y nos ayudamos los unos a los otros.

- Salviati: (Será por guerras santas...) El amor es el sentimiento subconsciente que se encarga de que nos comportemos en contra de la lógica y a favor de la especie. Es la solución que dio la evolución de las especies al problema de cómo crear seres sociales pero que no formaran un superorganismo.

- Simplicio: Se nota que no has leído la Biblia porque el amor tiene su origen en dios, que nos provee de él. Las almas de los hombres se corromperían sin él.

- Salviati: No se que es el alma.

Los ojos de la acompañante anónima se abrieron como si un elefante acabara de pisarle los pies.

- Simplicio: Pero hermano… te hace falta mucha ayuda… veo que estas perdido. Tu alma es inmortal, y cuando mueras pervivirá. Es tu espíritu.

- Salviati: No lo veo así. Yo soy la actividad y la información que contiene mi cerebro.

- Simplicio: Tu alma está en tu sangre hermano, tal como dicen las sagradas escrituras.

- Salviati: No. En mi sangre no hay nada de eso. La física vista desde arriba se convierte en la química, que vista más arriba aún se convierte en la medicina, y desde las tres alturas se puede ver lo que hay en la sangre: glóbulos, sustancias nutritivas y plasma entre otras. Se ha conseguido saber, también, para que sirven cada uno de ellos, que funciones cumplen y que se renuevan constantemente. Cada 120 días todo lo que compone tu sangre ha sido renovado. Si tu alma estuviera ahí cambiaríamos de alma cada cuatro meses. No hablo de lo que dice un libro o de una opinión. Es un hecho probado por cientos de especialistas que trabajan a diario apoyándose en estos conocimientos para salvar vidas. Y las salvan.

- Simplicio: Estas equivocado. La Biblia lo dice bien claro: “Porque el alma de la carne está en la sangre, Levítico 17:10-12”.

Hizo un gesto elevando la mano señalando con el dedo hacia el cielo, como si quisiera tocar con él el dedo del mismo dios a modo del pasaje central de la capilla sixtina.

- Salviati: ¿Quieres decir que la Biblia tiene razón y todos los médicos se equivocan? ¿Si un médico te pudiera salvar la vida con una transfusión tu te negarías porque lo dice la Biblia?

- Anónima: Pues claro que si. No podemos mezclar nuestras sangres ni comerla. Está escrito.

- Salviati: Perdona… ¿Tienes hijos?

- Anónima: Si. Tengo tres, ya mayorcitos.

- Salviati: Si la vida de uno de ellos dependiera de hacer o no hacer una transfusión, ¿Te negarías?

- Anónima: La vida de mi hijo estaría en manos de dios, no de los médicos que se creen que saben algo, como te pasa a ti. Lo que tenéis que hacer es leeros la Biblia, escuchar más misa y aprender la verdad de la palabra de dios.

- Salviati: Bueno… creo que no vamos a ningún lado. Si no os importa…

- Simplicio: Toma esto y léelo. Aun puedes salvar tu alma.

- Salviati: No. No te lo voy a coger. No tengo remedio.

La mujer intentó despedirse con una sonrisa, pero está quedo en algo de tensión en la comisura de sus labios.

Siguió sus pasos en un primer momento algo más acelerados, ya que la tensión que acumulaba no le dejaba recordar que estaba paseando sin prisa, aunque poco a poco recobró la serenidad y continuó su lento camino.

No podía dejar de darle vueltas en la cabeza a lo que había pasado. Se preguntaba una y otra vez como puede ser que existan personas a las que por más que se les demuestre algo prefieren una mentira. Sentía ganas de poder entrar en sus cerebros para borrarlos y reconfigurarlos como si de un PC con el Windows estropeado se tratara. Todos somos supersticiosos por naturaleza, se decía para intentar excusarles y así poder sentirse un poco más cómodo con su relación de parentesco con Simplicio y compañía, pero no lo conseguía.

Continuó así el resto del camino y de la mañana, sin que nada remediara su malestar. Cuando llegó a casa, al abrir la puerta, su hija pequeña se encontraba justo enfrente, aunque algo alejada. Ella se limito a sonreírle ampliamente, como solo los niños saben hacer. La intranquilidad de Salviati salió despedida de su cabeza para dejar paso a un sentimiento que la ocupó por completo. Una frase brotó, entonces, y sus ojos se humedecieron sutilmente: yo se lo que es el amor, yo se lo que es la ignorancia y me alegro mucho de poder defenderte de ella.

lunes, 26 de abril de 2010

Para siempre...

Sobrecogedor desánimo, que sorprendes
atizado por el recuerdo
de lo que ha sido y ya nunca más

¿Cuanto tiempo es para siempre?
¿Cuan profundo es el metálico océano
al que va para no volver?
Frías son sus aguas negras
que congelan el vacío
ensombreciendo el sol del medio día.

lunes, 19 de abril de 2010

Calificación personal

A menudo pienso sobre qué debemos hacer dentro de algo tan absurdo como es esta vida, y he llegado a una conclusión. Se nos puede otorgar una calificación, cuantitativa y cualitativa, a cada persona en función de que ha aportado a los demás, es decir, si restamos sus influencias negativas sobre otras personas a las positivas obtenemos un valor que califica cuantitativamente al individuo. Para la calificación cualitativa tendríamos que fijarnos en qué áreas se sitúan estas influencias.

No es necesario que las influencias se produzcan sobre personas coetáneas, ya que se puede hacer sin ningún problema sobre personas del pasado o del futuro. Un historiador que rescata un documento que otorga prestigio a alguien del pasado lo está beneficiando, al igual que ese alguien puede estar enseñado a otra persona de su futuro.

Para diferenciar que es influir negativa o positivamente, sin querer entrar en el eterno debate del bien y el mal, podemos fijarnos en la respuesta subjetiva del receptor.

miércoles, 14 de abril de 2010

¿la osmosis demuestra que la inteligencia no existe?

Tenemos un recipiente que contiene un disolvente, por ejemplo agua. Lo dividimos en dos mediante una membrana semipermeable [permite que el disolvente pase de una mitad a la otra, pero no permite el paso a otras substancias]. Añadimos sal común solo en una de las mitades... y qué ocurre... pues que parte del agua de la mitad no salada se pasa al lado salado, creándose un desnivel en la superficie. Este es el fenómeno conocido como presión osmótica, es decir, cuanta mayor concentración de una substancia a un lado de una membrana semipermeable mayor atracción de disolvente hacia ese lado.

Evidentemente este es un proceso químico con una explicación a este nivel, pero visto desde más arriba, parece que las moléculas de agua tuvieran su propia consciencia, fueran capaces de percibir el mundo que las rodea, y hubieran aprendido a contar moléculas de sal para saber si tienen o no que irse a un lado o al otro de la membrana. ¿Acaso no se puede hablar de un comportamiento que cumple cierto grado de inteligencia en las moléculas de agua en este esquema?

Con nosotros puede ocurrir lo mismo. Parecemos inteligentes si nos fijamos en nuestro proceder visto desde alto nivel, pero si bajamos a nivel atómico-molecular-proteínico-celular todo lo que ocurre tiene una explicación fisicoquímica. ¿Este paralelismo entre el sencillo esquema de la ósmosis y el complicado proceder de nuestro cerebro demuestra que la inteligencia no existe? ¿La inteligencia que nosotros desarrollamos es cuantitativamente mucho más compleja que la que se puede observar en el agua aunque cualitativamente igual?

martes, 13 de abril de 2010

De gran hermano a Darwin.

Gran hermano, ese ente que supervisa, vigila y gestiona todo lo que ocurre en nuestras sociedades y sus individuos.

Al principio me di cuenta, asustado, de su existencia. Pasé mucho tiempo lamentando su omnipresente y malévolo poder. Sorprendiéndome de lo inadvertido que pasaba para todo el mundo estando delante de sus narices. Ahora sé que me equivoque. Gracias a él todo funciona. Él es la piedra angular que sostiene el delicado equilibrio que permite que podamos vivir unos junto a otros. Si no fuera porque solo nos deja ver parte de la realidad y nos obliga a su voluntad fracasaríamos estrepitosamente hasta reducir nuestras actuales grandes sociedades a los pequeños grupos sociales de los que procedemos. En definitiva, una vez más encontramos la respuesta en la ley de leyes [la evolución de Darwin]. Él es la solución que ha planteado la evolución para mejorar cuantitativa y cualitativamente la forma en la que nos relacionamos, generando sociedades de millones de individuos que somos capaces de ponernos de acuerdo para vivir.