lunes, 20 de diciembre de 2010

Día mundial del escepticismo. Carl Sagan


Hoy es 20 de Diciembre, el que se ha llamado día mundial del escepticismo.

Día para homenajear al señor Carl Sagan, científico como un niño, claro como agua de arroyo, ejemplo de escepticismo, de duda, de curiosidad, ingenio y belleza científica.

Nacemos con ordenes genéticas fuertemente arraigadas, nuestra propia naturaleza, que nos empujan a preguntarnos porqué. Es el resultado lógico de muchos años de evolución buscando como mejorarnos como seres vivos. Nuestra curiosidad nos ha traído donde estamos y nos llevará hasta donde nuestra imaginación conciba.

Un efecto secundario de este poder es la necesidad de respuesta a todas las preguntas que nos hacemos y como consecuencia directa, la invención de las que nos faltan. Las miles de religiones, supersticiones y pseudociencias que pueblan y han poblado el mundo.

No son estas respuestas inventadas las que nos han permitido mejorar, las que nos han llevado al espacio, las que nos permiten telecomunicarnos, las que posibilitan curar enfermedades que eran mortales, las que nos ayudan a conocernos a nosotros mismos, como pequeños e interesantísimos seres aislados en un rincón de un océano de inmenso universo. No. Nunca las respuestas inventadas, religión, superstición ni pseudociencias aportaron ningún avance. Solo la aséptica y blanca ciencia lo hizo, lo hace y lo hará.

Démosle las gracias a nuestra necesidad de respuesta y pongámosle punto final. Aceptémonos como somos, inteligentes, científicos, supersticiosos y religiosos, y quedémonos con la parte de nosotros mismos que nos ayuda a mejorar, abandonando las practicas que no lo hacen. Hoy es el día internacional del escepticismo, de la duda, el arma con el que contamos para diferenciar lo que es ciencia y nos va a permitir mejorar, y lo que no lo es.

Hagamos ciencia entre todos, dudemos, seamos escépticos y mejoremos, avancemos, afrontemos el futuro como el camino que nos lleva al saber.

Gracias Carl, siempre vivirás en nosotros.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Astronomía diurna a simple vista. Amanecer.

El amanecer, ese instante ya de cielo claro y luz normalizada, en el que el disco de nuestro astro rey, el sustento de nuestra cadena alimenticia, el horno de nuestro pan, comienza a aparecer, fantasmagórico, mágico, amarillo, con su hiriente luz, rasgando el horizonte.

Un instante ideal para tomar constancia de nuestra velocidad de rotación. Su redonda forma no tarda en dibujarse, perfecta, cegadora, perfilada, mostrándonos un día más que la noche terminó, que giramos rápidamente, imparables, asombrosamente veloces. Nuestra redondez, el heliocentrismo, la gravitación universal, las fuerzas centrípetas contra las centrífugas, el inmenso tamaño de nuestro microscópico sistema solar, lo que somos realmente... todo esto queda en evidencia a la vez, como luciente anuncio natural de nosotros mismos.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Doble música

Esta mañana comentaba con un compañero del trabajo sobre lo extraño de las letras de Héroes del Silencio y ponía otros ejemplos como el último de la fila o Radio futura:

ARDE LA CALLE AL SOL DE PONIENTE HAY TRIBUS OCULTAS CERCA DEL RIO ESPERANDO QUE CAIGA LA NOCHE HACE FALTA VALOR HACE FALTA VALOR VEN A LA ESCUELA DE CALOR.

Me hizo pensar en cómo y qué transmite la música. ¿Cómo puede ser que me gusten tantas canciones en otros idiomas que no se qué narices dicen?

Mi conclusión ha sido que las canciones, si tienen letra, transmiten dos mensajes muy diferentes por el mismo canal (lo que en informática llamamos multiplexación).

El primer mensaje es para Presi, el consciente, y se expresa en forma de letra (lenguaje de alto nivel). Solo es entendible si Presi conoce el idioma y se ha parado a entender lo que cuenta la letra de la canción. Este mensaje es muy importante para ciertos sectores musicales e inexistente para otros. En cualquier caso no es vital para una canción.

El segundo mensaje enviado simultáneamente en la canción es escuchado y entendido por Nuclus, subconscientemente. Es el mensaje de la melodía, escrito en el idioma de Nuclus, el de los sentimientos. Universal, invariable en el tiempo, y compartido por todos los humanos (y otros animales muy cerebrados), Nuclus es capaz de recibir este mensaje y hacerlo suyo, dejándose influir sentimientos generados por las distintas melodías.

De esta forma puedo seguir disfrutando de lo que siento al escuchar canciones sin letra, canciones con letras sin sentido e incluso canciones con letras en idiomas que no entiendo.

martes, 7 de diciembre de 2010

Perdón

Solo soy un pequeño y temporal habitante del siglo XXI, época que seguramente nombrareis con algún adjetivo descalificativo.

Esta carta no es otra cosa que una solicitud humilde y formal de perdón. Perdón por el mal uso del planeta y de sus recursos que mis generaciones han practicado y todas las consecuencias que hayáis tenido que soportar y superar por nuestra culpa.

Seguramente ya no os afecten, bien porque hayáis abandonado definitivamente vuestra forma biológica de existencia, bien porque tengáis la ayuda de nanorobots que neutralicen las sustancias que os son nocivas del medio ambiente.

Únicamente puedo puntualizar, sin que sirva de excusa, que todo proceso de maduración atraviesa estados de inmadurez, cada vez menos intensa, y que nuestra época no deja de ser eso, un paso rápido e intermedio entre la infancia de la prehistoria y le edad media y la madurez del mundo que vosotros habitáis.

Por favor, entended nuestro contexto, y tener presente que somos conscientes, al menos en algún grado, de lo que está sucediendo y lo que sucederá.

Recibir mi saludo y mi envidia por estar ahí.

Salviati.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Emerger

El otro día, con los fríos que trae este invierno, me quedé observando un charco que se había helado. Pude ver como el agua, al congelarse, había formado cristales de preciosas formas geométricas.

Me hizo pensar en el grandioso momento que supone cuando una característica física oculta por tratarse de un fenómeno que se da a escalas por debajo de lo observable, queda al descubierto al emerger ante la presencia de ciertas condiciones.

Que emoción debió sentir Rutherford y su equipo, aquel primer día que observaron sus partículas alfa rebotar sobre aquella fina lámina de oro. Tenían una prueba, ante sus ojos, de una realidad totalmente oculta hasta ese momento.

Es un lujo cotidiano poder fijarse en el reflejo visible de una característica oculta: Ver el agua congelarse, girar la espuma del café en la taza hasta formar una galaxia, o sentir el viento siendo consciente de lo que lo está provocando.