lunes, 28 de noviembre de 2011

Sueño científico

Voy a correr el riesgo de parecerme a Martin Luther King y decir... hoy he tenido un sueño:

Hoy he soñado en un mundo en el que todos trabajábamos por y para la ciencia. Un mundo en el que el interés primero de todos los seres humanos era avanzar utilizando la ciencia como trampolín hacia el futuro. Un mundo en el que los avances científicos eran compartidos por todos y para todos. Un mundo en el que no se apaga el interés de los niños por la curiosidad, sino que se fomenta y utiliza. Un mundo en el que nadie cree en nada que no esté basado, en el que se viaja a través de la fina línea que separa la locura de la genialidad en busca de nuevos horizontes.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Diálogos. Escenificando a Galileo.

Esta vez se verían en la cafetería, la de siempre. El frío que ya comenzaba a arreciar impedía que fuera en su parque, del que tanto disfrutaban en verano.

Sagredo ya había preparado las tres sillas, aunque sabía que Simplicio no iba a dejarse ver, le encantaban este tipo de homenajes simples y cotidianos. Incluso se había adelantado pidiendo los dos cafés. Salviati no tardó en llegar:

-SALV: Muy buenas tardes, señor Sagredo.
-SAGR: Muy buenas, y más ahora que ha legado usted.

Salviati se apresuró a tomar asiento y a ejecutar su liturgia particular para endulzar su café. Casi inmediatamente Sagredo continúa.

-SAGR: Si algo le he llegado a conocer en estos largos años, esa tensión que claramente vislumbro en la comisura de sus labios me hace pensar que tiene usted ganas de contarme alguna cosa.
-SALV: Muchos años, si.. y no en balde, por lo que veo. Efectivamente tengo para contar.
-SAGR: Cuente usted primero, confieso que yo también tengo.
-SALV: Hoy a sido una mañana muy especial.
-SAGR: ¿Fue usted a la obra de teatro que comentamos?
-SALV: Si. Precisamente. He tenido el placer y el privilegio de poder asistir a un espléndido homenaje a quien nos puso nombre a usted y a mi.
-SAGR: ¿Galileo?
-SALV: Si... el señor Galilei, nuestro gran amigo. Desde el principio se sentía el amor hacia la persona y la obra que tanto bien nos ha hecho a todos.
-SAGR: No por casualidad dio el pistoletazo definitivo a la ciencia.
-SALV: Eso es. Se podía sentir como era su proceder, siempre rígido apoyando sus afirmaciones en demostraciones, en sus experimentos... en la realidad.
-SAGR: Para disgusto de quienes se sienten cómodos en lo establecido.
-SALV: Y para el suyo propio, como más tarde se demostró. Ridiculizaban, como lo hizo él, o más bien, como lo hacían quienes se empeñaban en defender una verdad establecida que quedaba en nada al chocar contra el muro de la verdad comprobada.
-SAGR: Que actual sigue siendo ese deleznable proceder.
-SALV: Mucho más de lo que nos merecemos, mucho más. Han dejado muy claro el delito cometido por la iglesia católica, en su juicio y en empeñarse en barrer debajo de la alfombra a la verdad científica.
-SAGR: Con la iglesia hemos topado.

Salviati permaneció unos instantes callado. Removía su café, y como de costumbre le gustaba mirar con atención el parecido entre la espuma dando vueltas en su taza y la forma de las galaxias espirales. Simplicio, conociéndole, no se extrañó lo más mínimo de su comportamiento. Después continuó, como si volviera a recuperar la consciencia:

-SALV: Para colmo han nombrado elocuentemente a Giordano Bruno y a su tan amada Hypatia.
-SAGR: Miel sobre hojuelas.
-SALV: Emocionante... como un sueño. Como si yo mismo, en un ataque de inspiración sin precedentes, hubiera sido capaz de imaginar mis deseos.
-SAGR: No se olvide del violinista. Los pelos de punta del sentimiento que emanaba en cada pieza que interpretaba. Aún resuenan en mi cabeza y en mi corazón.
-SALV: ¿Y como sabe usted eso, con tanto nivel de detalle?

Sagredo aguardó su respuesta unos segundos, en los que su cara de reproche dilucidaba por donde iba a ir.

-SAGR: No me diga que hoy también voy a tener que recordarselo, Salviati.
-SALV: Disculpe mi torpeza, amigo. ¿A que se refiere?
-SAGR: Sabe de sobra que usted y yo somos la misma persona, ¿Recuerda?
-SALV: ¡¡Ha, siiii!! esta cabeza mía, tanta intensa emoción me despegan de la realidad.

La tarde pasó ligera, sigilosa, como el vuelo de las aves cuando hay viento a favor. Siguieron conversando lardo y tendido, deleitándose recordando lo que ambos ya conocían.


Dedicado a quienes han participado en la obra "Diálogos de Galileo", dentro de la semana de la ciencia 2011, en la facultad de CC. Físicas de la UCM.



viernes, 4 de noviembre de 2011

Abstracción

Una de las capacidades mentales [iba a decir más sorprendentes, pero son todas tan sorprendentes...] que ejecutamos constantemente mientras estamos despiertos es la abstracción.

Nuestros sentidos captan el mundo en toda su extensión, con todo el detalle que permite su capacidad, pero estas percepciones están en bruto, son imposibles de procesar útilmente por su complejidad y por la cantidad de información no relevante que contienen.

¿Como hacemos entonces para saber del mundo a través de nuestros sentidos? Sometemos a esas percepciones en bruto al proceso de la abstracción, transformándolas en conceptos. Nuestros sentidos trabajan con percepciones completas (imágenes, sonidos, etc...) que son capaces de codificar y enviar al cerebro en forma de señales neuronales, pero este, optimiza toda esa basta cantidad de información en unos pocos conceptos, reduciéndola espectacularmente.

¿Por que?... mis respuestas a estas preguntas siempre llegan desde la ley de leyes, la evolución de Charles Darwin. Un animal capaz de percibir su mundo rápida y ágilmente era un animal que sobrevivía, teniendo descendencia y heredando sus vástagos su capacidad, al contrario del animal que no era tan capaz.

¿Como?... El detalle de esta respuesta ya me gustaría a mi tenerlo, porque implicaría saber como funciona nuestro cerebro, algo que aún estamos lejos de conseguir. Lo que si puedo imaginar es su funcionamiento a groso modo. Yo creo que cada percepción es sometida a contraste contra cada uno de los conceptos que hemos aprendido, que no son otra cosa que representaciones abstractas, "cosas con nombre". La riqueza de los conceptos, en los que la inteligencia juega un papel fundamental para formarlos, muestran una complicación tan profunda como nosotros mismos.

El gran "defecto" de este sistema es el fomentado por la atención. Este foco voluntario, determina el área de la percepción sobre la que se ejecuta la abstracción, quedando el resto de la percepción descartada. De esta forma la imperfección de nuestra capacidad para percibir el mundo está más que comprobada, orientándose esta siempre a favor de anunciarnos posibles peligros o grandes bienes.

La inconmensurable rapidez y cotidianidad con la que hacemos esta tarea deja en ridículo a cualquier sistema informático actual aunque la inteligencia artificial ha conseguido imitar tímida, pero prometedoramente esta facultad. El reconocimiento de rostros o el OCR (reconocimiento de caracteres) son grandes ejemplos.

Llegará el día en que sepamos en que lenguaje codifica nuestro cerebro la información, y tendremos los detalles sobre la abstracción que nos permitirán legarla a nuestros legítimos herederos, la I.A.