domingo, 24 de julio de 2011

El comienzo.

El señor Edwin Hubble era un astrónomo que se pasaba las horas muertas escudriñando los secretos del universo. Solo el amor por la que puede parecer tediosa o aburrida actividad de tomar medidas sistemáticas y científicas sobre sus observaciones le llevaron a dos descubrimientos tremendamente importantes. El primero de ellos, que el universo estaba organizado por galaxias, es decir, que las estrellas se agrupan en macroestructuras muy separadas unas de otras, ya le habría bastado para ser una persona fundamental en nuestra comprensión del universo que habitamos. Pero no paró ahí.

La luz, aunque nos pueda parecer etérea o diáfana, contiene mucha información. Al examinar todo el espectro de un rayo de luz concreto, es decir, al fijarnos en el arco iris (no solo en la parte visible de la luz, sino en su infrarrojo y ultravioleta) que surge al descomponer sus distintas frecuencias se puede saber un montón de cosas. Por ejemplo de que está hecho el objeto que emitió o reflejó la luz, la distancia a la que está de nosotros y, lo más importante para nuestro estimado Hubble, la velocidad del objeto que emitió la luz con respecto a nosotros, que somos los que examinamos su luz, gracias al efecto Doppler. Cuando un objeto luciente se mueve hacia nosotros su luz se ve más azul, y cuando se aleja su espectro está desplazado hacia el rojo, tal como pasa con el sonido de un coche que cambia si está acercándose o alejándose a nosotros.

Edwin tomo sistemáticamente registro de la distancia y la velocidad con respecto a nosotros de un buen montón de galaxias y sin esperarlo encontró algo inconmensurablemente sorprendente y que me pone los pelos de punta solo de pensar lo que tuvo que sentir al darse cuenta: La gran mayoría de las galaxias se alejan de nosotros, y cuanto más lejos están, mayor es la velocidad a la que lo hacen. Cualquiera de nosotros podemos hacer el ejercicio de imaginar, si le damos para atrás al tiempo, qué nos encontramos en este, nuestro universo. Si todas las galaxias se están alejando unas de otras, si vamos hacia atrás todas se acercarían unas a otras, y si cuanto más lejos están más veloces van, al ir para atrás más deprisa se acercarán. ¿Que podemos deducir fácilmente de esta sencilla observación?... que todas las galaxias, hace algún tiempo estuvieron todas juntas en un mismo sitio y algo, semejante a una explosión pero con la mayor de las magnitudes, las empujó para esparcirlas en todas direcciones. Acabamos de dar la clave fundamental para llegar a la teoría del Big Bang.

Este sencillo concepto pasó a ser objetivo fundamental de los físicos teóricos y experimentales, que hoy día continúan intentando comprender como empezó nuestro universo (casi nada). La teoría nos ha permitido especular científicamente, con cierto nivel de detalle que a mi me parece muy alto, que pasó a partir de una muy pequeña fracción de segundo tras el nacimiento de nuestro universo, con una familia completa de teorías que vendrían a explicar porque el universo es hoy como es y que ha pasado desde que empezó.

La dificultad para poder saber que pasó desde el momento 0 hasta ese pequeñisimo instante radica en la mayor y más irónica de las dificultades de la física como ciencia: Las dos teorías que actualmente están vigentes, contrastadas innumerablemente, verificadas por activa y por pasiva, y que describen a la perfección nuestro mundo ¡¡son incompatibles entre si!!!... Por un lado tenemos a Einstein y su relatividad. Con ella somos capaces de predecir todo lo que tiene que ver con tiempo y espacio de los objetos macroscópicos en los que la gravedad juega un papel fundamental, es decir, de ti y de mí y de los objetos que vemos y que forman parte de nuestro mundo cotidiano, incluidos los muy grandes como los planetas y las estrellas. En la otra esquina del ring tenemos a la cuántica. Extraña como ella sola, roza la locura fantasmagórica, pero certera al 100% a la hora de describirnos el mundo de lo muy pequeño. Para trabajar con partículas y objetos más pequeños que átomos tenemos que guiarnos por ella. Al intentar hablar del instante 0, del comienzo en sí del universo, nos harían falta usar las dos teorías: Por un lado fuerza de la gravedad es muy intensa y hay que tener en cuenta la relatividad, pero por otro estamos hablando de un universo con un tamaño microscópico, tanto que la teoría cuántica es imprescindible para poder movernos en el extraño mundo de lo muy pequeño. Esperemos que la "teoría M" la que unificó las distintas versiones de la famosa teoría de cuerdas, con Edward Witten a la cabeza, termine de consolidarse y consiga unificar con éxito las dos teorías parciales con las que contamos ahora mismo, de tal forma que si seamos capaces de decir que pasó en el instante 0.

Físicamente, el universo en su comienzo no era un lugar muy familiar para nosotros. De echo no era un lugar. El tiempo y el espacio no existían aún, de tal forma que no tienen respuesta preguntas como ¿Donde estaba el universo? ¿Cuanto tiempo tardó en ponerse en marcha? ¿Que hizo que comenzara?... y estas preguntas no tienen respuesta porque están mal formuladas. Si nos preguntamos de que color es algo más pequeño que el más fino de los rayos de luz, el sabor de un protón o a que huele el vacío tampoco obtendremos respuesta porque las preguntas están fuera de contexto. No existía el tiempo ni el espacio... es duro para nuestra mente tan acostumbrada a nuestro entorno el plantearse algo así, pero es lo que dice la teoría.

No es la primera vez que una teoría física nos hace darnos cuenta que cosas tan básicas, como el tiempo, no son como nosotros creíamos. Sino véase la relación espacio-tiempo de Einstein que nos hizo ver que el tiempo no es el mismo para todo el mundo, sino que dependiendo de tu velocidad por el espacio, transcurre más deprisa o más despacio que el de otra persona, siendo perfectamente posible ser más mayor que tu propio padre. Montas a tu padre en una nave espacial que viaje a velocidades cercanas a la de la luz, se da un pirulo de lo que pare él es un año, y cuando vuelve a la tierra aquí han pasado 50, y eres más viejo que él.

Bien, lo que quiera que formara ese "punto de densidad infinita", que en mi infinitamente inculta y atrevida imaginación lo veo como una sola cuerda que comenzó a vibrar, y dejó al descubierto las simetrías y asimetrías de su propia naturaleza desencadenando la aparición de las leyes de la física, sus campos, fuerzas y partículas, surgidas todas del enjambre asonante de cuerdas que rechinaban con fuerza unas contra otras generando nuevas cuerdas y nuevos patrones de vibración de las mismas. El espacio, con su "energía del vacío" se abrió como un globo que se hincha, en tres dimensiones (quedando muchas otras dimensiones espaciales sin hinchar) creando el lugar donde darse a los campos electromagnético, de higgs, etc, y el tiempo comenzó, no como un efecto secundario del nacimiento del espacio, sino como una dimensión más, estrechamente unida y relacionada con él. Las cuerdas ya tenían donde expandirse, donde expresarse para, mediante su agrupación y diferenciación, dar lugar sus relaciones, y con ellas a las características de las fuerzas y partículas.

De como se pasó de las condiciones de esos primeros momentos hasta llegar a un planeta habitable como la tierra podéis leerlo en el post que recientemente publicaba mi amiga Zenda Caballero (y que me ha empujado a escribir yo este):

http://zendacaballero.blogspot.com/2011/07/del-big-bang-al-yogur-con-bifidus.html

Espero sinceramente poder ver la teoría M terminada y que su descripción del comienzo se pueda contrastar. Después de que la física describa "como", le sea posible a la filosofía decir "porqué"

lunes, 18 de julio de 2011

Heliolimento.

(Continuando con http://laagoradesalviati.blogspot.com/2010/11/nanocomida-cibus.html)

Nutrirnos es una de las necesidades básicas de nuestro cuerpo. A bajo nivel podríamos decir que la más importante.

Para nosotros, desde aquí arriba en el mundo en el que vivimos también es algo fundamental. Todos los humanos nos preocupamos por tener regularmente alimentos que asimilar, para permitirnos poder seguir siendo.

Hasta ahora la forma de hacerlo es la natural para los animales heterótrofos: Ingerir otros animales y plantas y aprovechar las moléculas orgánicas que tienen sus cuerpos para mantener el nuestro.

Esta forma de nutrirnos nos hace dependientes de los animales autótrofos, los que realizan fotosíntesis para, mediante la energía del sol, convertir materia inorgánica en materia orgánica.

Vivimos en un planeta bañado por el sol suficientemente como para mantener toda la vida del planeta. ¿Porque no obtener nuestro alimento directamente del sol?

El invento sería el siguiente: En un principio, unas células fotosensibles proyectarían la energía del sol contra pequeños depósitos de carbono, nitrógeno, potasio y agua. Cuando comprendamos profundamente la fotosíntesis llegará el día que la nanotecnología nos permita crear un nanorobot, a modo de encima, que sea capaz de generar ATP, adenosín trifosfato, generando fotosíntesis. A partir de ahí, la obtención de glucosa es químicamente posible mediante otro nanorobot, especializado en esta labor.

Mediante este dispositivo, la provisión energética de nuestro cuerpo estaría cubierta. Nuestra nutrición dependería de todas las demás sustancias que necesitamos.

A partir de este primer gran paso, el diseño de estos robots alcanzaría un segundo gran salto: la construcción de aminoácidos. Podríamos regenerar nuestras proteínas independientemente de otros animales y plantas. Y desde ahí, todo un ejército nanométrico seguirían con las vitaminas, oligoelementos, etc...

Nuestra nutrición estaría satisfecha únicamente con sol y un compost inorgánico rico en las sustancias de las que se compone nuestro cuerpo.

Dejaríamos de depender de la alimentación heterótrofa. La agricultura, la ganadería y el castigo que ejercemos sobre el medio natural para obtener nuestro alimento habría terminado. Nuestra economía giraría 180 grados para orientarse hacia otros servicios, liberando nuestro esfuerzo laboral hacia otro tipo de beneficios.

Nuestro cuerpo también sufriría cambios. El aparato digestivo se atrofiaría tras dejar de ser utilizado, siendo recomendable tener un mínimo de actividad para mantener su salubridad.

El homo-helius habría nacido.

viernes, 15 de julio de 2011

Injusticias cotidianas: Preocupaciones.

Una persona a la que merece la pena escuchar me dijo hace unos días: "El 80% de las preocupaciones no llegan nunca a ser verdad"

No se si habrá estudios al respecto y si el % será acertado, seguro que es personal, pero lo que indudablemente es cierto es que tendemos a la paranoia negativa a la hora de representar mentalmente nuestros problemas.

Cuando tienes hijos te das cuenta de lo útil que puede llegar a ser ponerse en lo peor, porque representa la herramienta ideal para predecir posibles situaciones peligrosas para ellos. La peor parte de esto es lo desagradable que puede llegar a resultar personalmente.

¿No es injusto que tengamos un mundo mental mucho peor que el real?

Injusticias cotidianas: Levedad de lo bueno.

Siguiendo con el ciclo de injusticias cotidianas:

¿Os habéis fijado lo rápido que nos parecen pasar los buenos momentos y lo lento que se vuelve el tiempo psicológico cuando estamos en un mal momento?

Al juzgar una situación como negativa, inconscientemente tendemos a cronometrarlo, en prestar atención al tiempo que llevamos en dicha situación y cuanto queda de la misma. Esta atención prestada al reloj implica precisamente que nos parezca durar más.

En los buenos momentos hacemos justo lo contrario. Nos concentramos tanto en experimentar esa buena situación que perdemos la noción del tiempo, haciendo que experimentemos el paso de este a toda máquina.

Injusto, ¿no os parece?. ¿Podríamos llegar a hacerlo de otra manera?

Injusticias cotidianas: Idolatrar.

Detectar las injusticias cotidianas a la que estamos expuestos es la única forma de poder llegar a evitarlas.

La solución a un problema siempre llega en tres pasos: Detección, búsqueda de solución y aplicación de la solución.

Tenemos la costumbre involuntaria de idolatrar a los mejores. Este gesto, el referirnos a los mejores en cada ámbito, implica que siempre vamos a sentir la necesidad de ser ellos, los mejores.

El error está en que, para ser el mejor de algo hay que dedicarle la vida entera, sino habrá quien lo haga y consiga ser mejor, de tal forma que tienes que especializarte absolutamente, siendo imposible dejar de idolatrar a los mejores en las demás cosas.

Esta forma de proceder, conduce inevitablemente a la infelicidad, ya que es imposible ser el mejor en todo y siempre vamos a sentir la necesidad de ser mejores, necesidad que va a quedar sin cubrir y por lo tanto nos va a hacer infelices. En mayor o menor medida según nos dejemos influir, pero más infelices al fin y al cabo.

Al parecer, la justificación a tal comportamiento es que desear ser mejores es la única manera en la que parece que nos esforzamos realmente en serlo. ¿Justifica este empuje nuestra infelicidad?